Las “deficiencias” del Ejército Peruano para combatir a los remanentes de Sendero Luminoso que operan aliados con el narcotráfico en los valles cocaleros son el tema recurrente en los cables diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos en Lima, difundidos por WikiLeaks y fechados desde 2006 a 2009.
En 5 de los 7 cables hechos públicos este domingo por varios medios internacionales, el entonces embajador Michael McKinley pone en evidencia la inoperancia de las Fuerzas Armadas y sus supuestos vínculos con el narcotráfico, unas denuncias que han salpicado incluso al Comandante General del Ejército, el general Paul da Silva.
En un cable fechado en 2007, Mc. Kinley relaciona a da Silva, en esas fechas comandante de la Región Militar del Norte, con el ex director de la Cámara Nacional de Pesquería, Rolando Eugenio Velasco, acusado en 2007 de camuflar 840 kilos de cocaína en pescado congelado.
La embajada de Estados Unidos, según el testimonio de un testigo protegido, afirma que da Silva coordinaba envíos camuflados de droga con el empresario pesquero y que en 2007 mantuvieron una reunión.
“Este es un cable de la infamia que pretende desprestigiar el honor del Ejército”, sostuvo indignado el general Paul da Silva. El militar admitió que mantuvo una reunión con el empresario pesquero en esas fechas para evaluar la compra de “pota” (calamar gigante) para el rancho de los soldados. “Yo no tenía conocimiento que este señor Velasco estaba implicado en el narcotráfico”, se defendió ante la prensa.
Esta supuesta degustación de pota entre el hoy máximo jefe del Ejército y un supuesto narcotraficante, unida a los cables que denuncian la existencia de narco-militares en el Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE), han sacudido la columna vertebral de las Fuerzas Armadas.
El Ministro de Defensa, Jaime de Thorne, respaldó al general Da Silva. “¿Si se mantendrá en el cargo?... Evidentemente, lo único que se ha afirmado es que tuvo una reunión, eso no implica nada”, declaró este lunes. Respecto al resto de incómodos cables diplomáticos, de Thorne dijo que no tiene “evidencias” de que el Ejército ayude al narcotráfico en el VRAE pero que investigará estas denuncias.
Sistema de sobornos en el VRAE
Sin embargo, según los documentos difundidos por WikiLeaks, Estados Unidos cree fehacientemente que existen vestigios de la red de narcocorrupción de Montesinos entre los militares. “Altos jefes militares peruanos denuncian que sus compañeros de armas reciben lucrativos pagos de los traficantes de droga que operan en el Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE)”, opina el ex embajador de Estados Unidos en Lima (hoy en Colombia) en un cable fechado en 2009.
Para el ex embajador, las operaciones militares en esta zona en emergencia “no son tan exitosas como se ha dicho”, algo que Mc. Kinley achaca al sistema de sobornos. Este patrón de “cupos” no solo beneficiaría según la Embajada a altos mandos, sino también a los soldados rasos que custodian el VRAE, que con 17 mil hectáreas de cocales se ha convertido en el principal valle productor de cocaína del mundo.
El triste balance de la “Operación Excelencia 777” que llevó a escuadrones militares a las alturas de Vizcatán, una zona del VRAE liberada por el narcoterrorismo, parece dar crédito a las opiniones de la Embajada de Estados Unidos. Más de 50 militares y policías fueron asesinados en emboscadas en el marco de este operativo, que se desarrolló entre agosto de 2008 y octubre de 2009 y en el que no fue capturado ningún integrante de Sendero Luminoso.
“El problema del VRAE es producto de un desinterés total del Estado”, denunció a El Mundo.es el ex ministro de Defensa Roberto Quiabra. “La solución del VRAE no es militar. Al narcotráfico se le combate dentro deuna estrategia integral que fomente el desarrollo en las zonas cocaleras. Sin esta estrategia, nuestro ejército permanece secuestrado”.
Para el experto en narcotráfico Jaime Antezana, el Ejército no puede negar que “muchos militares cobran cupos del narcotráfico”. Según Antezana, la existencia de “narcomilitares” en el VRAE se puso en evidencia en octubre de 2007, cuando el fuselaje de una avioneta que había sido usada para transportar drogas fue encontrado hundido en un río en las inmediaciones de la base militar de Valle Esmeralda. En las cercanías de esta base del VRAE, la policía antidrogas detectó una supuesta pista de aterrizaje clandestina.
Sin embargo, para el experto la situación de la Policía que opera en los valles cocaleros es más preocupante. “Gracias al cobro de cupos por parte de efectivos policiales, cada día entran sin control en el VRAE y el Huallaga las toneladas de insumos químicos necesarios para fabricar Pasta Básica de Cocaína”, sostiene.
Perú es el segundo productor mundial de cocaína después de Colombia pero el principal exportador debido al bajo nivel de incautaciones policiales, convirtiendo al narcotráfico en un negocio que se realiza sin contratiempos. El Mundo