Habla como un desesperado. Lo hace porque los guerrilleros de las FARC lo mantuvieron en un silencio obligatorio durante los veinte meses de su secuestro.
Por ello, Armando Acuña, Concejal de Garzón, Huila, sur colombiano, no ve inconveniente en hablar con ELMUNDO.es y lo hace sin detenerse. Confiesa que su comida no pasó de arroz con papas, de serpientes que amenazaron con devorarlo, de sus juegos matando zancudos y de tres comandantes guerrilleros, entre ellos, un argentino, quien le confirmó su regreso a la libertad.
Su compañero de infortunio fue Jimmy, un gato con el cual hablaba aunque no se sabe si se entendían.
Pregunta: El Presidente Juan Manuel Santos ha dicho que su aparición con saco y corbata ha sido un show más de la guerrilla en esta liberación, ¿qué opina?
Respuesta: Es lo que dice el Presidente y hay que respetarlo, aquí hay que decir que no hubo ningún show mediático, yo salgo después de veinte meses sin poder hablar con nadie, eso no se puede entender como show, la guerrilla me dio el saco y la corbata, ropa que me quedó grande, y no podía decirles que no me colocaba el traje o tirárselo. ¿O qué hubiera opinado Santos si hubiera salido con botas y sudadera negra con que me tenían secuestrado?
P: Usted lleva más de 20 horas de libertad, ¿ya pudo conciliar el sueño?
R: En mi primera noche dormí por lo menos una hora porque compartí con mi familia, me la pasé contando todas mis anécdotas, todo lo que se sufre en la selva.
P: ¿Su primera comida en libertad?
R: Hartas cosas, no puedo comer mucho, pero pedí que me consiguieran bastante mecato, anhelaba un yogurt, galletas, sentía ganas de tomar changua (huevo con leche). Estaba enseñado a comer arroz seco con pasta y papa sudada.
P: ¿Cómo era un día en cautiverio?
R: La soledad era tremenda. Ningún guerrillero podía hablarme porque es prohibido, nadie le dice nada a uno. Había una zona donde existían demasiados zancudos, me ponía a matarlos y hacía montoncitos con los animalitos muertos y miraba cómo llegaban las hormigas a llevárselos. Las hormigas hacían círculos y llegaban otras y otras y se llevaban a los zancudos bien lejos. En la selva me colocaron las cadenas, el cordel en el cuello, en los hombros para que no me fugara. Una vez le dije a un Comandante: "Oiga hermano, deme al menos el saludo, hábleme". No respondió nada.
P: ¿Alguna vez pensó en fugarse?
R: Lo pensé pero llegué a la conclusión de que era un suicidio porque podía perderme en el monte, que me volvieran a recapturar o caer en manos de milicianos.
P: ¿Es cierto que "Camilo" o El Argentino de las FARC fue uno de los hombres quien le notificó de su libertad?
R: Si, claro, incluso le dije al argentino en las FARC y a otros dos comandantes quienes me notificaron de mi liberación, que por qué me tenían secuestrado y solo decían que era un plagio político. Al extranjero lo vi solo ese día.
P: Alfonso Cano, comandante de las Farc, dijo en una entrevista que su secuestro era por unos supuestos vínculos suyos con los paramilitares, ¿es cierto?
R: Todos esos reclamos los hice con el primer comandante que visitó el cambuche y me dijo: "no se preocupe que contra usted no hay nada", yo le dije que no era posible, que yo no era ningún delincuente. Él me manifestó que era por ser Concejal.
P: ¿En qué sitio o región lo tenían escondido?
R: Siempre fue en la selva. Cuando se registró la arremetida por el asesinato del Gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, me internaron en la selva y sentía más frío, me consiguieron una chaqueta, otra cobija y ellos también se equiparon. La arremetida del Ejército fue por vía aérea y terrestre. Es difícil orientarse, allí el día tiene menos de 12 horas, amanece a las 7:00 de la mañana y a las 6:00 de la tarde uno busca acostarse porque cae la noche.
P: ¿Sorteó con animales peligrosos?
R: Muchas culebras, hay unas que le dicen La Tigra y El Verrugoso y la guerrilla les tiene mucho miedo porque son serpientes muy grandes y venenosas. La primera vez que me sorprendió estaba sentado en la caleta cuando un guerrillero pegó el grito y me dijo: ‘Cuidado Concejal’, me jaló el brazo y vi cuando detrás de la caleta, por un palo iba una enorme culebra. Otro subversivo sacó el fusil y le pegó varios tiros y no moría. La ultimaron a garrote. Uno escucha el rugir del tigre, los rastros del oso, los micos churucos.
P: ¿Cómo era el cambuche donde dormía?
R: Siempre dormía sobre el suelo, a uno le dan una carpa, un caucho, el toldillo y la cobija. Ahora último nos movilizábamos mucho, en el día estábamos en un sitio y en la noche buscábamos otro a 300 metros de distancia en medio de la lluvia. Tendíamos el caucho sobre hojas mojadas en ocasiones y trataba de dormir. Ocasionalmente, en sitios donde nos demorábamos varios días, recolectaba varias hojitas y las ponía de colchón.
P: Nos dicen que padeció Leishmaniasis, que está de mal color y que ha perdido talla.
R: Descartado, no fue Leishmaniasis, estuve caminando renco, con bordón porque de la rodilla hacía abajo no me cabía la bota porque mis pies permanecían hinchados. Perdí peso pero lo recuperé cuando me notificaron que sería libre porque la comida mejoró. Estoy bien de salud. El Mundo