Estaba previsto una borrasca y hasta nieve en el cartel de Hollywood —lo nunca visto— pero como siempre suele suceder en el sur de California, al final brilló el sol y la frivolidad clásica de la alfombra roja transcurrió sin grandes obstáculos meteorológicos para las estrellas de la meca del cine.
Pero el calor no era el de siempre, y algunos se quejaron del frío, como Amy Adams, aparentemente congelada con los 10 grados centígrados, poco habituales para los Ángeles, y muy nerviosa. "Creo que es porque esta vez tengo más posibilidades que nunca de llevarme el premio", aseguró sincera la nominada a mejor actriz secundaria.
Más tranquila parecía estar una de sus rivales, Hailee Steinfeld, la actriz de 14 años, nominada por su papel en 'True Grit', amparada en su inocencia y en no tener, según sus propias palabras, nada que perder. 'Mi premio es estar aquí', dijo abusando del tópico.
La joven californiana se dejó caer pronto por las inmediaciones del Kodak Theatre, compartiendo escena con Mila Kunis, Michelle Williams y Jennifer Hudson, para hacerse las fotos de rigor y sacarse la presión de encima desde temprano.
Los kilos de más de Penélope
Después se diluyeron con la llegada de los pesos pesados, y entre ellos no faltó Javier Bardem de la mano de su mujer, Penélope Cruz, con unos cuantos kilos de más, como era previsible después de haber dado a luz hace unas semanas. Acudió con un vestido rojo —el color de la noche— y con formas brillantes.
Por suerte para el actor canario, el primer micrófono con el que se tuvo que enfrentar no mostró interés alguno por su vida personal ni por el hecho de que estuviera acompañado por su madre, la también actriz Pilar Bardem, y su hermano Carlos. También le salvó la irrupción de uno de sus colegas, Josh Brolin, compañero de reparto en 'No es país para viejos', que le dio un abrazo y un beso y se hizo cargo del resto de la entrevista. "Seguro que Javier va a ganar", dijo condescendiente.
En cuestiones de morbo, pero nacional, Sandra Bullock brilló como ninguna. Se presentó de rojo y sola, un año después de ser la gran protagonista al alzarse con el Oscar a mejor actriz —por su papel en 'The Blind Side'— y de dedicarle su éxito a su marido de aquel entonces, Jesse James, el hombre que le fue infiel durante años y que arruinó su felicidad unas semanas después de la gala.
También tuvo altas dosis de atención la llamada a ser su sustituta este año, Natalie Portman, nerviosa frente a la gran oportunidad de su carrera, y feliz de haber llegado al final de la temporada de premios. "Aunque no lo parezca, el mayor lujo es poderlo ver desde tu casa cómoda, con unos pantalones de deporte y sin maquillaje. No soy de las que le gusta vestirse para estas ocasiones", indicó.
Anne Hathaway, de las más perseguidas
Otra de las más perseguidas por las cámaras fue Anne Hathaway, la presentadora de la gala junto a James Franco, luciendo un rotundo collar de Tiffany y vestido rojo de cola. Y dando el cante, como siempre pero un poco menos, surgió la figura de la británica Helena Bonham Carter, de negro emulando los trajes del siglo XVIII. "Tenía ganas de vestirme de época y de paso agrandar mi complejo de culo gordo. Creo que lo he conseguido", dijo entre risas.
Además de las mujeres, el glamour y sus vestidos, la alfombra roja estuvo marcada por las redes sociales, no sólo por el protagonismo de la película de David Fincher, sino por la actividad en la red comentando cada movimiento de las estrellas a su llegada al Kodak Theatre.
Mark Ruffalo es uno de los que se apuntó a usar su cuenta de twitter antes de salir de casa, contento de ser uno más de los 50 millones de personas siguiendo la gala por internet. Sin embargo, hicieron falta menos de 140 caracteres para destrozar el vestido de su mujer. "Está ridícula", rezaba uno de los comentarios. "Parece un personaje sacado de 'Beetlejuice'", en referencia a la cinta de Tim Burton.
Quizá sea mejor dedicarse a jugar al golf y a esquiar, como aconsejó Justin Timberlake, protagonista de 'La red social'. "Prefiero hacer cosas interesantes a estar conectado a Facebook", dijo. Ironías de la vida. El Mundo