Más allá del enorme impacto ecológico y económico que tuvo el vertido de la plataforma petrolífera BP en el Golfo de México -el mayor en la historia de EEUU-, sus consecuencias también se dejaron notar en la salud mental de quienes se vieron afectados. Investigadores de las universidades de Maryland y Florida han analizado cómo influyó este desastre en la gente y han visto que la depresión y la ansiedad llegaron más lejos que el propio petróleo.
El equipo de investigación estudió a dos grupos de población distintos. A los habitantes de Baldwin County (Alabama), que sufrieron en sus costas la mancha del vertido, y a los ciudadanos de Franklin County (Florida), a cuyas playas no llegó el petróleo. Pero, tanto quienes lo vivieron de forma directa como los que lo hicieron de manera indirecta, experimentaron niveles similares de estrés y depresión, indican los autores, que publican sus resultados en 'Environmental Health Perspectives'. "Ver el desastre tan cerca, el temor a encontrarse restos del vertido en sus orillas y la posible repercusión sobre su pesca y su fauna marina hace que los vecinos de las comunidades afectadas sufran igual que si les hubiera tocado a ellos", explican los investigadores.
Además de los efectos perturbadores de ver su mar y sus playas llenas de petróleo, el trabajo recoge que "la pérdida de ingresos debida al vertido es lo que más impacto psicológico tiene y lo que más aumenta el riesgo de depresión". Algo que ya se documentó tras los desastres del Exxon Valdez y del Prestige. "Aquellos que perdieron dinero sufrieron más fatiga, cambios de humor y crisis nerviosas que los que no vieron afectada su economía", dice el estudio.
El 20 de abril de 2010 se produjo la explosión de la plataforma petrolífera BP. Durante cinco meses millones de litros de petróleo se expandieron por el mar del Golfo de México, perjudicando gravemente a la industria pesquera, destruyendo los recursos naturales y matando a la fauna marina de la zona. Lidiar con esto y recuperarse tras el desastre requiere tiempo y un comportamiento activo por parte de los ciudadanos, algo que hicieron más los habitantes de Baldwin County. "Quienes vieron el vertido en sus costas, afirmaron más que los otros que estaban concentrando sus esfuerzos en hacer algo por mejorar la situación" y se involucraron en las tareas de limpieza, algo que les ayudaba a mantener la mente ocupada.
Además de la depresión y la ansiedad, los ciudadanos también piensan que pueden sufrir otros problemas de salud por el contacto con el petróleo. Sin embargo, mientras que los que estuvieron directamente expuestos creen que estos efectos "durarán en el tiempo", los que vivieron el problema más de lejos consideran que "sólo permanecerán a corto plazo".
"Los resultados de esta investigación puede tener importantes implicaciones para planear futuras respuestas de salud pública ante otros desastres similares. Se necesita una mayor atención a los problemas mentales que pueden experimentar los ciudadanos", afirma Albert Reece, decano de la facultad de medicina de la Universidad de Maryland. "Debemos entender que cuando ocurre una catástrofe ambiental no sólo afecta al ecosistema, sino a la salud de la gente. Hay estrategias que pueden ayudar a las personas a manejar la ansiedad que provocan estos desastres, sólo hay que ponerlas en práctica", añade Lynn Grattan, profesor de neurología del mismo centro. El Mundo