Los damnificados por las lluvias registradas en Colombia superan los tres millones desde abril de 2010, una cifra "histórica", y en ese año 418 personas murieron por los efectos de las constantes precipitaciones, informaron este lunes fuentes de la Cruz Roja.
Nunca se había vivido "una situación tan compleja" en Colombia, con "más del 80 por ciento" del territorio nacional afectado desde hace más de un año por "lluvias diarias", dijo el director de Socorro Nacional de la Cruz Roja, César Urueña.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, encabeza este lunes en la Casa de Nariño (sede del Gobierno) un Consejo extraordinario de Ministros en el que se evalúan nuevas medidas y desembolsos económicos para atender a los damnificados.
En Colombia hay anualmente dos temporadas lluviosas, una de marzo a junio y otra de octubre a diciembre, pero desde abril de 2010 las precipitaciones, intensificadas por la influencia del fenómeno meteorológico de "La Niña", no han dado tregua y han causado inundaciones, deslizamientos y desbordamientos de ríos.
Esas consecuencias de las lluvias ocasionaron desde abril de 2010
418 fallecidos, 77 desaparecidos, 516 heridos y 3,04 millones de damnificados, que equivalen a más de 714.000 familias, según los datos facilitados a Efe por la Cruz Roja.
Este abril está siendo particularmente complicado, puesto que en los primeros 15 días llovió el equivalente a lo que suele llover en todo el mes, agregó Urueña.
Solamente este mes han muerto 69 personas, ocho han desaparecido y 58 han resultado heridas en accidentes, derrumbes, inundaciones y otros sucesos relacionados con la lluvia.
Además, las pérdidas de viviendas, cultivos y pastizales anegados por las aguas en las riberas de los ríos Magdalena, Cauca y Bogotá son"incalculables", alertó el funcionario.
Aparte de las medidas que estudia el Gobierno, la Policía Nacional anunció la activación de un plan que moviliza 52 aeronaves y 160.000 agentes para apoyar operaciones de rescate y evacuación de víctimas, transporte de ayuda humanitaria y seguridad en las carreteras. EL MUNDO
