Renata da Silva, una joven ama de casa de Nova Friburgo, ya había pasado por el drama de ver cómo un temporal arrasaba su vivienda.
Ocurrió en 2007, cuando las fuertes lluvias que golpearon esa ciudad de la sierra de Río de Janeiro se llevaron por delante la construcción donde vivía con su familia. No se imaginaba entonces que, tras esforzarse en levantarla otra vez en el mismo lugar, volvería a quedarse sin techopor las inundaciones que castigaron la ciudad esta semana.
"Es muy triste revivirlo. He perdido todo lo que tenía: mis ropas, mis muebles...", cuenta. "Ahora ya no podemos reconstruir allí. Buscaremos un alquiler y después veremos si podemos comprar un terreno que sea seguro".
Ocupación irregular
La historia de Renata, embarazada por cuarta vez a sus 28 años, ejemplifica al mismo tiempo las causas y las consecuencias de la mayor catástrofe natural de la historia de Brasil, que ya supera las 530 víctimas mortales.
Expertos y políticos coinciden en señalar la ocupación irregular de las laderas como el peor ingrediente que podía juntarse a las intensas precipitaciones caídas sobre la región montañosa.
"Ha habido una irresponsabilidad histórica de varios alcaldes. Algunos no impidieron la ocupación desordenada y otros incluso llegaron a estimularla", critica Carlos Minc, secretario de Medio Ambiente de Río y ex ministro de Luiz Inácio Lula da Silva. Según sus cálculos, al menos 5.000 casas se encuentran en áreas de riesgo en los municipios afectados.
Promesas incumplidas
A esa "omisión criminal de las autoridades", como la calificaba este viernes el editorial de 'Folha de S. Paulo', se suma la ausencia de inversiones para evitar nuevos desastres.
De los 425 millones de reales (unos 253 millones de dólares) prometidos por el Gobierno federal para "prevención y preparación" en 2010, sólo 167,5 millones de reales (casi 100 millones de dólares) llegaron a salir del papel. Es decir, apenas un 39%. El Mundo