Libros como 'Sangue azul' y películas como 'Tropa de Elite', en especial su exitosa segunda parte, han narrado el problema con todo detalle. Cientos de miembros de las Policías Civil y Militar de Río de Janeiro andan tan involucrados en el negocio de las drogas como los propios narcotraficantes, sea suministrándoles armamento, protegiéndolos o incluso formando sus propias milicias que actúan en las favelas. Se trata de un mal endémico de la ciudad al que las autoridades intentan ahora enfrentarse mediante la 'operación Guillotina', iniciada este viernes y con una treintena de detenidos en apenas unas horas.
Más de 300 policías federales y otros 200 agentes del estado de Río, apoyados por dos helicópteros y cuatro lanchas, se lanzaron desde primera hora a cumplir 45 órdenes de prisión preventiva y otras 48 de búsqueda y captura, según informó la Secretaría de Estado de Seguridad del Gobierno regional.
Hacia el mediodía, la operación ya había provocado el arresto de 16 policías militares, seis policías civiles y otras ocho personas ajenas a esas dos corporaciones. Los agentes están acusados de trabajar como "informantes" para los jefes del narcotráfico, además de venderles armas y munición, proporcionar seguridad a locales clandestinos de juego y colaborar con las actividades ilegales de las milicias.
Sobornos y 'pacificación'
Algunos de los implicados en el esquema de corrupción llegaron a recibirsobornos de hasta 100.000 reales al mes (unos 60.000 dólares) a cambio de proteger a 'narcos' como Antonio Bonfim Lopes, alias 'Nem'.
En paradero desconocido, 'Nem' domina el tráfico en las favelas de Rocinha y Vidigal, situadas entre los barrios de clase media-alta de São Conrado y Leblon, en la zona sur de la futura ciudad olímpica. Ninguna de esas dos comunidades cuenta aún con una Unidad de Policía Pacificadora (UPP), aunque su implantación permanente se espera para los próximos meses.
Según el Ministerio Público de Río, existen también sospechas de que los agentes se apropiaban de bienes y valores confiscados durante las operaciones policiales, como ocurrió tras la 'reconquista' el pasado noviembre del conjunto de favelas conocido como el Complexo do Alemão, en la zona norte.
Aquella ocupación se celebró por el Ejecutivo como una "victoria", si bien todavía quedan decenas de barriadas en manos del tráfico. Del millón de cariocas que viven actualmente en favelas, poco más de 400.000 se benefician de la vigilancia policial cerca de sus casas. El gobernador,Sérgio Cabral, ha prometido desterrar al "poder paralelo" de la droga en los próximos cuatro años. El Mundo