La presión de los estudiantes de Princeton y de los medios de comunicación ha conseguido que la administración de la universidad abandone su completo hermetismo sobre los sucesos que rodearon la muerte de Antonio Calvo, profesor de español en esta institución.
Su presidenta, Shirley Tilghman, publicó el lunes un comunicado en el que asegura que se siguieron todos los procedimientos adecuados en el despido del docente español.
"Los hechos específicos que llevaron a la abrupta suspensión de Calvo de la universidad salieron de una revisión cuyo contenido no puede ser revelado sin una violación sin precedentes de la confidencialidad", sostiene Tilghman, que justifica esta política en la necesidad de "proteger la privacidad del profesor de la facultad o empleado, y su familia".
La presidenta lamenta que la consecuencia de esta política haya sido"los rumores falsos que han circulado por el campus y la blogosfera". "Lo más problemático es que individuos inocentes del campus han sido identificados, y se les ha señalado de una manera que es profundamente injusta, hiriente, e indigna de esta comunidad universitaria".
Aunque el comunicado no sirve para responder a todas las preguntas sobre qué llevó a Calvo a quitarse la vida el 12 de abril, cuatro días después de su cese fulminante, sí aporta cierta luz a los acontecimientos.
La principal novedad es el reconocimiento de que la decisión fue tomada a causa de algunas "alegaciones de conducta impropia realizadas durante la revisión" sobre la posible renovación del contrato de Calvo, que expiraba a finales del presente curso.
Según Tilghman, "en raros casos, el comité [de evaluación] recomienda la suspensión inmediata", que fue lo que sucedió con el docente español. Sin embargo, la regulación interna permite a la persona suspendida, antes de que su despido sea definitivo, la apelación de su caso ante otro comité.
En contraste con anteriores comunicaciones de la administración, y en respuesta quizás a las quejas de los estudiantes, el texto refleja el dolor que ha causado dentro de la comunidad universitaria la muerte de Calvo, a quien se refiere como "un valorado y querido colega, profesor y amigo". La presidenta expresa también su comprensión hacia aquellos que están buscando respuestas a la "dolorosa cuestión" de porque se quitó la vida.
"Esto es natural, pero mi experiencia es que nunca es posible comprender completamente las circunstancias que llevan a alguien a llevar una decisión tan irreversible", sostiene.
De momento, no se ha producido ninguna reacción por parte de los estudiantes de Calvo, que el sábado por la noche se reunieron para exigir de forma conjunta mayor transparencia a la universidad.
En la reunión, algunos estudiantes pidieron que se informara al menos a los miembros del Departamento de las posibles acusaciones vertidas contra Calvo, pues creen que deberían ser muy graves para haber provocado un cese fulminante, y sospechan que podrían haber sido injustas. EL MUNDO