El presidente de Bolivia, Evo Morales, anuló esta noche el decreto que subió el precio de los principales combustibles hasta en 82 por ciento, tras la ola de protestas que vivió el país andino estos días y ante las amenazas de más movilizaciones desde el lunes.
En un mensaje poco antes de la medianoche, Morales dijo que ha decidido dejar sin efecto la normativa, después de haberse reunido estos días con sindicatos y organizaciones indígenas que le dijeron que el aumento del coste de carburantes era "inoportuno".
Horas antes se había establececido una tregua provisional tras cuatro días de intensas protestas que dejaron decenas de heridos y la petición de dimisión de Evo Morales, por primera vez en su mandato.
Sin embargo, la paz tenía visos de no durar mucho. La mayor ola de desaprobación a la que se enfrenta el indígena izquierdista en sus casi cinco años de Gobierno amenazaba con resurgir la semana próxima, pues dirigentes vecinales, sindicales y políticos opositores habían anunciado nuevas protestas en contra para el próximo lunes.
El origen del conflicto fue la decisión de Morales, ahora revocada, de subir los precios de los combustibles en hasta un 83%, con el objeto declarado de cortar una millonaria subvención y alentar inversiones petroleras, pero la sorpresiva medida desató una subida desmesurada de precios de alimentos y transporte que encendió las quejas hasta de grupos aliados.
Las perspectivas eran duras: "La próxima vez veremos cuánto más pueden fortalecerse las protestas, pero en todo caso tendremos un año 2011 muy difícil, principalmente porque la vida nacional vuelve a politizarse en extremo", aseguraba el analista Jorge Lazarte, un catedrático universitario de línea centrista, horas antes de que Morales cambiara su decisión.
Bloqueo en transportes y manifestaciones
Los bloqueos de carreteras en diversas vías entre La Paz y la vecina ciudad altiplánica de El Alto fueron levantados en la madrugada del viernes, aunque después se fueron reanundando los transportes, poco a poco.
Un panorama similar transmitía la televisión desde otras ciudades importantes, en contraste con la violencia del día anterior que tuvo su clímax en la quema de una estación de peaje y de la sede de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (Fejuve), además del apedreamiento de la Vicepresidencia.
El presidente boliviano tiene por delante negociaciones a varias bandas. Primero con los transportistas, que demandan un alza tarifaria de un 100% que el Gobierno no acepta y mientras tanto cobran hasta el 150% más del costo a una de las poblaciones más pobres de América Latina, altamente usuaria del servicio público.
Además, pese a haber congelado las tarifas de agua, electricidad y telefonía como paliativos, los sectores del comercio y agroalimentarios han subido unilateralmente los precios de bienes básicos, anticipando un fuerte impacto inflacionario que el Gobierno llegó a calcular hasta en un 20%.
'Boomerang' político
Gritos como "¡Que se vaya Evo!" o "¡Evo, cuidado, el pueblo está enojado!" se escucharon en las manifestaciones por primera vez desde que el dirigente cocalero emergiera en el 2005 como tabla de salvación para un país sumido en un caos político.
Su discurso indigenista y "anti neoliberal" lo llevó a tener una cadena de triunfos electorales, incluida su reelección en diciembre de 2009, que le dieron un poder político que se puso a prueba con la impopular medida sobre los combustibles, según analistas.
Ahora está siendo cuestionado y hay demandas de renuncia surgidas hasta de los mismos sectores que ayudaron a encumbrarlo.
"Morales está sufriendo las consecuencias de los excesos de su propio discurso, que sus bases le exigen que cumpla", dijo Lazarte.
El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral (CEDLA), una antigua organización no gubernamental que dirige un centro de estudios petroleros, afirmó tras las protestas del jueves que "Evo pierde base social, miles repudian su política petrolera".
Los manifestantes, según el CEDLA, cuestionan principalmente la decisión "neoliberal" de Morales de romper un quinquenio de estabilidad económica para beneficiar a las transnacionales petroleras que en la última década concentraron su negocio en la exportación de gas a Argentina y Brasil.
Los cuestionamientos crecían también entre los sindicatos cocaleros. El de productores de coca de Chapare, la cuna política de Morales, se sumó a los pedidos de anulación del llamado "gasolinazo" y bloqueó carreteras por varias horas. El Mundo