quarta-feira, 23 de fevereiro de 2011

Gadafi pierde el control sobre el este de Libia y amenaza con más represión

La revuelta libia mantiene el vigor pese a las amenazas pronunciadas ayer por Muamar el Gadafi, el dictador que dirige el país desde hace 42 años. Este miércoles ha quedado patente que el régimen ha perdido el control en el este del país, donde han logrado entrar periodistas a través de la frontera con Egipto. El Gobierno libio ha respondido con nuevas amenazas, señalando que una de las regiones orientales está bajo control de Al Qaeda y que los reporteros internacionales que han cruzado la frontera son considerados "colaboradores de Al Qaeda". El régimen, como hizo Gadafi en su discurso, sigue vinculando las revueltas con supuestos elementos terroristas para intentar legitimar así el desmedido uso de la fuerza que ha empleado en la represión. Mientras, la presión internacional sigue en aumento. Bruselas ha encargado ya una lista de posibles sanciones, una medida que también está estudiando Washington.


En Bengasi, la segunda ciudad del país y principal bastión de la protesta, los manifestantes han tomado por completo el poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters. Miles de personas ocupan las calles de esta localidad, situada 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y festejan el fin del poder de Gadafi. El pasado lunes, ha explicado un abogado que secunda las protestas, un comité de seguridad formado por civiles arrestó a 36 mercenarioscontratados por el régimen para aniquilar a los manifestantes . Es uno de los autodenominados "comités populares" con los que los ciudadanos del este de Libia están intentando organizar la vida pública.
Pero Gadafi no está dispuesto a ceder poder así como así, según ha ilustrado está tarde un hecho ocurrido en los alrededores de Bengasi. El diario Quryna -perteneciente a un grupo mediático propiedad de un hijo de Gadafi- informa de que un avión militar se ha estrellado a las afueras de la ciudad, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, han saltado en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear la ciudad.
Recuento de víctimas
Mientras, la herida de la reciente represión aún está abierta. Un médico francés que ha logrado salir de Libia ha declarado a France Presse que el primer día de revueltas en Bengasi, el 15 febrero, contó en el hospital hasta 75 víctimas mortales. La cifra, según su relato, no dejó de crecer día tras día y, en las jornadas más duras, alcanzó el medio millar. "Creo que en total puede haber más de 2.000 muertos", ha asegurado Gérard Buffet, que a trabajado como médico en la segunda ciudad Libia el último año y medio. La Federación Internacional de Derechos Humanos, que agrupa a más de un centenar de organizaciones, ha constatado ya al menos 640 muertos en la zona. De estos, 130 son militares ejecutados por sus militares por negarse a cumplir órdenes.
En la parte oriental de Libia, Bengasi no es una excepción. Testigos y periodistas que han logrado entrar en el país a través de la frontera terrestre por Egipto confirman que la segunda ciudad más importante del este, Musaid, está también en manos de los manifestantes. Y la ciudad de Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto, es desde ayer rebelde a Gadafi. Los militares decidieron apoyar las protestas y hoy, por primera vez, se han podido ver imágenes en directo de una manifestación anti-Gadafi porque han entrado televisiones internacionales. En el vecino distrito de Derba, la situación puede suponerse la misma, ya que el viceministro de Exteriores libio, Jaled Kaim, ha asegurado que Al Qaeda ha formado allí un emirato islámico. Así lo ha expresado en una reunión con embajadores europeos, detallando además que detrás del movimiento hay un antiguo preso de Guantánamo. En el mismo encuentro, también ha insistido en que los periodistas que han entrado a Libia desde Egipto serán considerados "colaboradores de Al Qaeda".
Más allá del grado de realidad con que analiza la situación, la insistencia del régimen en vincular cualquier forma de protesta con el terrorismo denota que piensa seguir usando toda la fuerza contra los manifestantes.
Dimisión del ministro de Interior
También queda claro que el régimen libio se ha resquebrajado ya, pese al durísimo discurso que ayer pronunció Gadafi. Cada hora se alarga la lista de militares, embajadores y altos funcionarios libios que dimiten, encabezados por el destinado en Washington, Ali Aujali, que sigue los pasos de los miembros de la representación libia en la ONU (salvo el titular). Los diplomáticos en Francia y ante la Unesco expresaron su respaldo "al pueblo en esta revuelta contra la máquina de la opresión", si bien no renunciaron. Sí lo hicieron los embajadores libios en Bangladesh e India. Las legaciones en Malasia y Australia emitieron comunicados de condena de la represión.
A última hora de ayer, hasta el ministro del Interior libio y camarada de Gadafi desde los tiempos de la revolución de 1969, Abdulá Yunis, anunció su dimisión y su adhesión a la denominada Revolución del 17 de Febrero, que reclama la salida del dictador. El ministro pidió al Ejército que se sume a los manifestantes y respalde sus demandas "legítimas".
Gadafi promete morir matando
Muamar el Gadafi se aferra rabioso al poder. "Nunca me iré, moriré como un mártir", espetó ayer el dictador en un discurso interminable (75 minutos) en su primera intervención pública en directo desde que, el 15 de febrero, estalló la revuelta en Bengasi, a unos 1.000 kilómetros al este de Trípoli, y que el dictador ya tiene a las puertas de su palacio. Gadafi, de 68 años, instó a los libios a que "le amen" y a hacer frente a "las ratas que siembran los disturbios" en el país. E insistió, colérico: "Si yo fuera presidente os tiraría mi dimisión a la cara, pero yo soy el líder de la revolución, cogeré mi fusil, permaneceré en Libia y derramaré hasta la última gota de mi sangre".
Lleva 41 años, 5 meses y 22 días al frente de Libia y aún se agarra a ese título de "líder de la revolución" que no figura en el protocolo del Estado, pero que, en realidad, le otorga todo el poder. Por eso anunció ayer que "no se retirará como hicieron otros presidentes" árabes, porque él es "el líder de la revolución" y para seguir siéndolo "está dispuesto a purgar casa por casa". Sus palabras, desconectadas de la realidad, recuerdan aquellas pronunciadas por los presidentes tunecino, Zine el Abidine Ben Ali, y egipcio, Hosni Mubarak, días antes de abandonar el poder.
Vestido con una túnica marrón, Gadafi apareció ante las cámaras en un marco cargado de símbolos. Llevaba en una mano su Libro Verde, publicado en los setenta con algunas de sus reflexiones "revolucionarias". A sus espaldas estaba la que fue su residencia, que la aviación norteamericana bombardeó en 1986. Nunca la reconstruyó.
Gadafi advirtió que las personas que se paseen armadas "son susceptibles de ser condenadas a muerte". Anticipando la virulencia de lo que podría ser la próxima ola de represión invitó a los libios "a sacar a los niños de las calles". "Vuestros hijos morirían sin motivo, mientras que los de los líderes del movimiento están bien escondidos en Europa y en Estados Unidos".
A diferencia de los otros jefes de Estado destronados, en su discurso Gadafi apenas hizo concesiones y sí profirió múltiples amenazas contra su pueblo. Reiteró hasta la saciedad que no dimitirá. "No tengo poder", afirmó contra toda evidencia. "El poder está en manos de los comités del pueblo". "¿Queréis que Libia sea como Somalia?", preguntó aludiendo al país más caótico del mundo. Y se contestó a sí mismo anunciando una represión similar a la de la plaza de Tiananmen, en Pekín, que en 1989 costó la vida a cientos de manifestantes. El líder también denostó a sus adversarios. Los jóvenes de Bengasi que convocaron en Facebook el Día de la Ira fueron "engañados", sostuvo. "Son unos jóvenes de 16 a 17 años que se drogan, se emborrachan, y que están manipulados por los agentes de los servicios secretos extranjeros".
Su único gesto apaciguador consistió en anunciar una vaga descentralización del poder, cuyas líneas maestras, precisó, serán explicadas por su hijo, Saif el Islam. Las palabras de Gadafi fueron acogidas con la misma ira que las del hijo, en su discurso televisado del domingo. En Bengasi la imagen del líder, en directo en la televisión, fue proyectada sobre la pared sin ventanas de un edificio, y una multitud la seguía mientras le tiraba piedras, según varios vídeos en Youtube. El País